"Hoy es un día mágico, hoy los vemos", y habrá que creer al patrón que el de otra cosa no, pero cetáceos ha visto muchos, y nota que hay algo especial. Tal vez sea por la coincidencia de habernos encontrado los que somos, la luna llena y consiguientes mareas vivas, el eclipse de luna, o vete tú a saber, pero eso dice él.
Con este buen sabor de boca partimos. Sol y nada de viento, lo que pese a ser una pena al ir en un velero es estupendo para ver algo si es que está ahí, y de hecho varias falsas alarmas nos hacen corretear por la cubierta buscando cámaras y prismáticos.
Llegamos al talud y de repente una columna de mil metros de agua nos separa de un fondo azul metálico impresionante, indescriptible la sensación al bañarnos ahí, una mezcla entre miedo al no ver nada y relajación por la paz que se siente al apagar los motores.
Comemos, risas y más risas mientras compartimos y de repente, en la sobremesa, el patrón ve algo pegar saltos “si, si, ahí, a la izquierda” me grita, “a la derecha también, están pegando saltos” apunta Merce. Están lejos, encendemos motores y vamos, pero ya no están. Una pequeña desilusión tras la cual decidimos tomar rumbo hacia una cala preciosa a darnos un baño y disfrutar de lo que queda de tarde, aunque no hayamos visto delfines, ha sido un día maravilloso.
Mientras Merce y Niki se echan una siesta tumbadas encima del dingy en la proa yo me siento al lado de el patrón en la popa y no perdemos la esperanza, ojo avizor.
De repente el no sucumbir al sueño tras la comilona y el soletón me da una maravillosa recompensa, ¿soplidos? ¡si! Además veo algo relucir, un lomo, están ahí, son delfines.
Un maravilloso espectáculo que ya no esperábamos, más de media hora persiguiéndonos mutuamente, jugando en la proa, coletazos al lado del barco, saltitos e incluso uno de ellos en la proa, giró totalmente la cabeza para ver quienes eramos los que estábamos tan contentos de saludarles.
Otro estupendo día en un barco, como todos los que se pasan en el mar, cada día más enamorada de este mundo.
Modelos: Una familia de entre 8 y 10 delfines mulares (Tursiops truncatus).
Un abrazo bichuno y feliz.
El día ya era fantástico, pero la llegada de estos bichos del mar nos han dado alegría para mas de una semana, porque difícil sera borrar nuestra estúpida sonrisa de felicidad al verles navegar al lado nuestra.
ResponderEliminarPero... esto no se puede quedar aquí.
Repeat, repeat , repeat .... !
Kiss
Me ha encantado compartir esto contigo y que tu reacción de felicidad sea como la mía, ultimamente cuesta ver que la gente se emocione con cosas como esta y encima te llaman loco. Esperemos repetir antes de que me vaya a las candongas, ha sido fantástico.
ResponderEliminar"y habrá que creer al patrón que el de otra cosa no, pero cetáceos ha visto muchos, y nota que hay algo especial."...me estas llamando cegato?!, o tal vez veterignorante?! :-).
ResponderEliminarBuen relato y buenas fotos. realmente que un delfin te mire a los ojos y te sonria es imborrable, algo de lo que nos acordaremos cuando seamos abuelitos, sin duda.
Jajajaja te estoy llamando dimórfico, patrón, que eres un dimórfico ;)
ResponderEliminarMe encantan estas fotos!! Cuando te vaya a hacer una visita a Palma me llevarás a ver estos bichitos?? ^_^
ResponderEliminarYo te llevo a donde tu quieras Gacelilla Thompson ^^
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